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El músico Ben Watt

Ben, lo estás haciendo muy bien

Ben Watt sigue creando con el convencimiento de que entre las tinieblas y los secretos siempre hay espacio para la luz

 

ARKAITZ AMURRIO

Romany y Tommy contemplan a su hijo recién nacido. Ambos arrastran sendos divorcios, pero la actriz y columnista, y el compositor y jazzista, sienten estar acertando esta vez. Él, escocés de clase trabajadora y politizado hacia la izquierda; ella, hija de un cura metodista y educada en un colegio para señoritas. Estamos en el brumoso Londres de diciembre de 1962, y como resultado de la atracción entre estos dos polos opuestos Ben Watt acaba de nacer.

En un entorno acomodado, Ben crece y madura rápido. Es un chico listo y no tarda en reconocer las sombras tras las luces de la bohemia familiar: como astros en colisión, los egos artísticos de sus padres están fundiendo el equilibrio familiar. Para entonces la adolescencia asoma ya asfixiante, y Watt se aferra fuerte a los acordes de su guitarra acústica para aligerar su desconcierto juvenil.

Composición a composición se le abren las puertas de Cherry Red, el sello independiente donde publicará su primer álbum North Marine Drive (1983), de corte reflexivo y ritmo folk. En esta misma discográfica -y simultáneamente en la Universidad de Hull, al norte de Inglaterra- coincidirá con Tracey Thorn, quien presumiendo de juventud y rebeldía colidera la banda de chicas Marine Girls: puro post-punk de inicios de los ochenta. Tracey llegó y lo hizo para quedarse. Con Ben.

Resonando en sintonía, Watt y Thorn se embarcan en Everything But The Girl (EBTG), el proyecto musical que hasta el año 2000 les llevará a publicar nueve discos, siete de los cuales se colarán en el Top 20  británico del momento, y entre los que Walking Wounded (1996, Virgin Records) será su álbum triunfal, una combinación brillante de melancolía y música de baile.

El salto internacional del dueto tiene nombre: el sencillo ‘Missing‘ (1995) -remezclado por el productor Todd Terry-, que se posicionará en el número 2 del US Billboard, y en el que la ligereza de la voz de Tracey contrasta con la crudeza de la letra: “Y yo te echo de menos, como los desiertos echan de menos la lluvia”. Echarte de menos duele.

 

La pareja se consolida también en lo sentimental, y los hijos no tardan en llegar. Ella pisa temporalmente el freno creativo, mientras él aprieta el acelerador de la electrónica, aquella con la que ya había coqueteado en la última etapa de EBTG. Durante los próximos años (2002-2013), Ben producirá remixes para Sade, Low o Beth Orton, o ejercerá de dj en el Sónar y Coachella y como residente en la emisora inglesa BBC Radio 6. Incluso fundará su propio sello independiente, Buzzin´ Fly Records. Ahí es nada.

Con las manos en los controles de la mesa de mezclas, Ben cumple 50 años. Las arrugas y los clubes empiezan a pesar, y siente que es hora de reencontrarse consigo mismo, de volver al origen de todo, a su guitarra. 30 años después de su primer disco en solitario publica Hendra (2014, Unmade Road), un elepé enraizado en su sentir folk jazz, y destacado por la revista Rolling Stone como uno de los “15 álbumes geniales que no escuchaste en 2014”. Dos años después lanza Fever Dream (2016, Unmade Road), donde destacan los medios tiempos, y que The Guardian reseña muy positivamente como “de lo mejor de su carrera”.

Hoy, en la antesala de los 60 y a las puertas de su cuarto largo, Storm Damage (31-01-2020, Unmade Road), Ben Watt sigue creando y creciendo con el convencimiento de que entre las tinieblas del estrellato y los secretos familiares siempre hay espacio para la luz.

 

Sigue así, Ben, lo estás haciendo muy bien.