Bonus Track: Marta Plumilla
La música de Marta Plumilla es como la luz que se cuela entre las rendijas de las persianas en una habitación a oscuras; necesita de las tinieblas para brillar. La ironía y las reflexiones existencialistas bañadas en melodías pop nocturnas, son las armas de esta gallega afincada en Madrid, que aterrizó en la capital hace unos cuantos años para perseguir su sueño de ser actriz. Sin embargo, con el paso del tiempo decidió escuchar a su “voz interior”, para atreverse a componer canciones que nacen de deseos secretos y alegorías de lo cotidiano.
En 2014 publicó Sonata de miedo para piano interpretada en guitarra por una guitarrista pésima e interrumpida constantemente por mi voz interior, y en 2017 La invasión de Malasaña. Su último trabajo, Álbum (Malvadas Ardillas), veía la luz hace unos meses, en marzo de 2019, bajo la producción de Andrés Sudón, Gabriel Vidanauta y Lichis. El teatro, el humor y la filosofía son ingredientes indispensables en las canciones de Plumilla, algo que convierte su trabajo en una de las propuestas más llamativas del panorama musical español. Como si Albert Camus y Lou Reed cohabitaran entre las letras y melodías.
Álbum se compone de 11 temas que son fotografías sonoras de aquellas cosas que residen en los suburbios del ser humano y que no suelen ser nombradas; desde fantasías sexuales inconfesables hasta rasgos aparentemente nada poéticos del día a día: “desobediente como el chorro del pis” canta en ‘La Esperanza’, entre guitarras fronterizas y coros que parecen provenir del Averno. La tenebrosidad reina en el universo Plumilla, prueba de ello son cortes como ‘La Perfección’, que evoca la soledad del desierto, o ‘El Señor Que Soy’, un alegato en el que echa por tierra roles de género.
La teatralidad emerge en ‘Mi Vida en Marte’ o en ‘Hoy Voy a Ser Normal’, donde la artista canta y recita a la par que reparte bofetadas de crítica ácida a través del humor, o realiza reflexiones sorprendentes en ‘Eso’ —«¿Con qué soñó Martin Luther King la noche antes de morir?»— de vertiente filosófica, para llegar a la pregunta por antonomasia: «La incógnita que hoy más me duele es no saber hasta donde me quieres». Rebeldía y valentía confluyen en la cantante como muestra en ‘Mi Monstruo y Yo’: «me he vuelto a reconciliar con las arrugas de mis ojos«; ejemplo de lo difícil que resulta aceptarse y perdonarse.
La artista saca brillo a esos instantes del día a día que todos evitamos publicar en Instagram; mirarse al espejo y convivir con nuestros miedos, nuestros defectos; esos monstruos a los que nos da miedo a enfrentarnos.