Ma Rainey, el secreto mejor guardado del blues
Repasamos la trayectoria de una de las pioneras del blues
ANDRÉS ESTEBAN
Un músico influye a otro, que influye a otro, que influye a otro, en una sucesión infinita. Si nos subimos al tren de la historia rastreando el origen de la música popular que escuchamos hoy llegaremos a algunas estaciones centrales: los Beatles, Elvis, Louis Armstrong, y, al final del trayecto, en la cabecera, figuras como “Ma” Rainey. Más allá no hay artistas, solo folclore.
Rainey irrumpió en la industria discográfica como parte del catálogo de Paramount Records, una de las compañías responsables de la difusión a gran escala del blues en la década de 1920. Paramount, subsidiaria de una fábrica de muebles de Wisconsin, llevaba varios años manufacturando fonógrafos, que en aquella época ocupaban pequeños armarios. Si bien comenzaron trabajando por encargo para la compañía de Thomas A. Edison, no tardaron en diseñar sus propios aparatos y, poco después, comenzaron a grabar y publicar sus propios discos. Su colección más famosa, y la que mantuvo la compañía a flote durante años fue su serie de race records, “discos raciales”, el término empleado entonces para los discos de música negra. La principal estrella que surgió de esta colección poblada de nombres míticos, la mayoría femeninos, fue Ma Rainey, que para entonces llevaba dos décadas cantando por los pueblos del sur estadounidense.
«El nombre de Ma Rainey creció en popularidad en un sur rural, que entendía a la artista como uno de los suyos, alguien que cantaba sobre las miserias de la vida de la gente de color»
Paramount presentó a la artista con una agresiva campaña publicitaria con el reclamo: «Discovered at last – ‘Ma’ Rainey! Mother of the Blues!” (Por fin descubierta – ¡Ma Rainey! ¡La Madre del Blues!). Gertrude Pridgett, nombre auténtico de Ma Rainey, había formado parte desde finales del S.XIX de diversos espectáculos ambulantes y grupos de vodevil —teatro de variedades que incluía números de danza, música, comedia o magia—; cantaba y bailaba en carpas que los propios artistas trasladaban de pueblo en pueblo. En los comienzos de su carrera, la cantante había escuchado a una adolescente que rondaba por su campamento cantar un lamento conmovedor acerca del abandono de su amante y decidió incorporar la canción a sus actuaciones, dándole el nombre de “blues” cuando le preguntaron qué clase de música era aquella. Durante dos décadas el nombre de Ma Rainey creció en popularidad en un sur rural en el que aquel tipo de canciones se habían expandido lentamente y que entendía a la artista como uno de los suyos, alguien que cantaba sobre las miserias de la vida de la gente de color en un estilo crudo y directo, con una voz profunda y poderosa.
Con los movimientos migratorios que supusieron el traslado de cientos de miles de afroamericanos desde los Estados del sur a las ciudades del norte durante las primeras décadas del S.XX, muchos músicos sureños adaptaron sus espectáculos a los escenarios de ciudades como Chicago, Nueva York o Detroit. La primera cantante de blues en grabar fue Mamie Smith en 1920. El éxito de esta grabación abrió los oídos y las carteras de la incipiente industria discográfica norteamericana, que se lanzó a la búsqueda de artistas hasta entonces desconocidas para el público blanco. Otras mujeres como Bessie Smith (discípula de Rainey) o Alberta Hunter vendieron miles de discos e inauguraron el fenómeno de las grandes cantantes de blues de los años veinte, hoy relegadas a un papel secundario pero cuyo éxito comercial y popular fue pionero en la historia de la industria musical.
Muchos de los discos de más éxito de la época fueron los producidos por Paramount Records, que, a partir de 1922, se lanzó de lleno a la producción de race records bajo la supervisión de su cazatalentos J. Mayo Williams. Williams fue quien, en diciembre de 1923, descubrió en el Monogram Theatre de Chicago a una Ma Rainey que había llegado al norte algo más tarde que muchas de sus contemporáneas. Ese mismo mes grabó sus primeros temas para el sello, siendo ‘Moonshine Blues’ el primero en publicarse en enero o febrero de 1924. Durante los siguientes cinco años Rainey grabaría alrededor de cien canciones, convirtiéndose en la principal artista de la compañía con éxitos como ‘Bo-Weavil Blues’, ‘Prove it on me’ o ‘See See Rider Blues’, con la participación de un joven Louis Armstrong. La actividad promocional de Paramount para satisfacer la demanda de discos de la cantante incluyó un concurso para titular una de sus grabaciones y el que, según la compañía, fue el primer disco en incluir el retrato del artista en la etiqueta del disco.
Hacia finales de la década el interés de la industria había virado hacia los denominados bluesman. Fue también Mayo Williams quien produjo para Paramount la primera grabación de uno de estos músicos, Papa Charlie Jackson, y lanzó las carreras de otros como Blind Blake o Blind Lemon Jefferson. Tras su última grabación en diciembre de 1928, Ma Rainey volvió a las giras por el sur para ganarse la vida y en sus últimos años compró y dirigió dos teatros en Georgia hasta su muerte. Rainey, en cuyo certificado de defunción figura housekeeper (ama de casa) como principal ocupación, fue una de las principales responsables de llevar la música negra desde las carpas de los shows ambulantes del sur hasta las grandes ciudades industriales del norte , abriendo un camino que ya no se cerraría y que recorrerían tantas otras leyendas de la música. Seguro que si escuchamos con atención alguno de los éxitos que hoy marcan el paso de la industria podremos descubrir, agazapada al final de un largo linaje de tradición musical, a Ma Rainey.