Bob Dylan: 84 años entre lo humano y lo divino
Bob Dylan recibe un merecido homenaje bajo la dirección artística de Nat Simons
MARÍA F. CANET / RAQUEL ELICES
Robert Allen Zimmerman cumple 84 años este 24 de mayo. Uno más peleando contra el resto del mundo. Un año más siendo odiado y querido a partes iguales. Bob Dylan llega a los ochenta y cuatro manteniendo el podium de ser el primer y único músico en lograr el premio Nobel de Literatura, un tema que seguirá suscitando ríos de tinta y polémica. Ahora ya cuenta con su propia película, interpretada por un mimético Timothée Chalamet. Bueno, él sigue a lo suyo, publicando discos, subiéndose a escenarios. Este año, le escucharemos en el nuevo disco de colaboraciones de Barbra Streisand, celebraremos el medio siglo de su Blood on the Tracks y seguiremos esperando al sucesor de Rough and Rowdy Ways, sabemos que siempre puede sorprendernos en cualquier momento.
La magia de Dylan reside justamente en eso: en hacer lo que nadie espera, cuando nadie lo espera. Eso es algo que nunca cambiará. Los asistentes a los conciertos que ofreció en su última gira española pudieron comprobarlo. Blues, rock, country y jazz se abrazaban sobre el escenario. El genio de Duluth, con sus inseparables botas blancas, se manejaba como un vaquero torpe sobre el escenario -los años no pasan en balde- pero se erigía firme frente a su piano y al micrófono. Sigue manteniendo vivos sus himnos como ‘It ain´t me’ o ‘Blowin’ in the wind‘, siendo reconocibles más por la letra que por la música. Aferrándose a su piano, para interpretar ‘Ballad of a thin man’, salvaje y vibrante.
La carrera de Dylan se ha basado en romper barreras. Las que ha querido, cuando ha querido y de la forma que ha querido. Se ha llevado a sí mismo la contraria -¿hay algo más humano que tener contradicciones?-, haciendo oídos sordos de las críticas, y, sin embargo, su éxito se mantiene intacto. Dylan no canta, lanza mensajes con sus letras, pero también con su actitud: «Haz lo que quieras, cuando quieras, y como quieras, pero pon todo tu empeño en ello». Esa es la filosofía de su Never Ending Tour. Algo que empieza, pero que nunca sabes cuando acabará ni cómo.
Políticamente incorrecto, se arriesga, se expone, se desnuda, se contradice, se equivoca, hace lo que nadie se espera de él, pero ante todo es libre y siempre logrará sacar arte tanto del barro como de la gloria. Se mantiene de pie, en primera línea, dispuesto a recibir las balas; no se esconde. Recoge las miserias humanas para transformarlas en arte. Sus canciones son espejos en los que la humanidad puede verse reflejada.
No esperéis que cambie, no lo hará (y menos mal). Lo maravilloso y lo doloroso de la vida viene cuando menos lo esperamos, de la forma que menos sospechamos. Y así aprendió a actuar Dylan, caminando por lo inesperado. Es un trapecista que anda en la fina cuerda entre dos mundos; lo humano y lo divino. En el fondo todos queremos ser como Bob Dylan, pero no tenemos el valor suficiente.
Para quienes queremos celebrarlo, este 21 de mayo, la sala Copernico de Madrid. Coincidiendo casi con su 84º cumpleaños, Bob Dylan recibirá un merecido homenaje bajo la dirección artística de la cantante y compositora Nat Simons.
La cita, que se perfila como uno de los tributos más significativos al artista norteamericano celebrados en España, contará con la participación de nombres destacados de la escena nacional como Javier Vielba (Arizona Baby, Corizonas), Germán Salto, Eva y Jave Ryjlen, Marina Iñesta (Repion), Ángel Carmona, Fer Naval (Camellos), Íñigo Coppel, Iñaki de la Torre, Garbayo, Antonio Hernando o el periodista Fernando Navarro, quien ejercerá de maestro de ceremonias.
Post a Comment
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.