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Van Morrison: el rugido contenido del león

Así fue el primer recital del veterano músico en Noches del Botánico

 

A Van Morrison le gusta desconcertar. Eso buscó desde el principio en su primer recital en las Noches del Botánico. El león de Belfast ha sido el elegido (en dos noches consecutivas) para inaugurar la novena edición del ciclo de conciertos que ya es una cita ineludible en los veranos de la capital. Y cumplió con lo que esperado: un artista poco dado a la interacción, un recital escueto, carente de sorpresas, pero brillante en su ejecución. Una noche de belleza contenida donde la pulcritud le ganó la batalla a la emoción.

La banda comenzó a tocar cinco minutos antes de la hora prevista (20:30), anunciando la llegada del artista que irrumpió en el escenario cual Miura, impecable en traje y oculto bajo su habitual sombrero y gafas de sol. Imperturbable, se colgó el saxo al cuello, como si en vez de presionarle, le insuflara el aire necesario para arrancarse con ‘Only a dream’. Arropada por una banda sobresaliente, la voz de Morrison (a punto de cumplir ochenta años) mantiene su inconfundible rugido, pero también su delicada caricia; combina la fuerza con la intimidad del refugio.

El recital prosiguió con ‘Cutting corners’, incluida en Remembering me, el disco que publicará la semana que viene, ‘Back on top’, que entonó con la armónica o ‘What would i do’. Morrison se decantó por su vertiente crooner: el jazz, el soul y el blues fueron los senderos transitados por el artista y su banda (mención especial a las coristas, Jolene O’Hara y Sumudu Jayatilaka, cuyas voces levitaban con ligereza y alegría, rememorando a las big bands de los cincuenta).

 El público recibió con fervor uno de los temas más emblemáticos, ‘Days like this’, que funcionó como un bálsamo para las almas allí concentradas que cantaban entre sonrisas ante el rostro pétreo del irlandés.  Fue una de las pocas concesiones a los hits de su repertorio; el veterano músico optó por temas de tempo reposado (‘Real real gone’, ‘In the afternoon’, ‘Cleaning windows’, ‘Cold cold heart’) que permitían que él y su banda se regocijaran en la atmósfera jazzística de la velada. El soulman que sigue latiendo en su interior vibró al versionar ‘You send me’, de Sam Cooke, mientras que Morrison sacó a relucir una elegante chulería con ‘Be-bop-a-lula’, original de Gene Vincent. Ambas canciones permitieron bajar, por unos instantes, al mito del pedestal; un atisbo del Van disfrutón de los años de juventud.

La feroz ‘Wild Night’ se desplegó como una alfombra roja ante el anochecer que hacía su aparición, para culminar con el huracán ‘Gloria’, el gran éxito que cosechó durante sus años en Them, coreada y celebrada por la multitud, que terminó después de que Morrison abandonara el escenario. Van Morrison se fue como llegó, de golpe, sin avisar, escudado por su genial banda. El último rugido contenido del león.