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La jam session eterna de Sam Roberts

EL MÚSICO CANADIENSE NOS VISITA EN ABRIL PARA PRESENTAR SU ÚLTIMO DISCO Y REPASAR VEINTE AÑOS DE CARRERA

 

ANDRÉS ESTEBAN GONZÁLEZ

Nada surge de la nada. Este principio metafísico, según el cual todo aquello que existe proviene de algo anterior, bien valdría para explicar la historia de la música popular. Y también para ilustrar la carrera de Sam Roberts. Este canadiense es el vivo ejemplo de que el progreso proviene de la mezcla, y todo puede combinarse en el gran crisol de la música moderna. Roberts lleva más de veinte años ejerciendo de puente entre distintas épocas y sonoridades, predicando su particular versión del rock alternativo, de marcado espíritu pop y en el que cabe desde la psicodelia hasta la música disco, pasando por la americana y el britpop. Su último esfuerzo, The Adventures of Ben Blank (Known Accomplice, 2023), es una amalgama de todo aquello que ha puesto en práctica durante su larga trayectoria.

“En la música de Roberts se maridan el pop y el rock de los sesenta y setenta con el rock alternativo de los noventa y los sonidos mainstream del nuevo milenio”

Este músico quebequés afincado en Montreal comenzó sus andanzas musicales en los noventa militando en Northstar, banda de power pop con la que editaría algunas canciones sin mucho éxito. Tras la disolución de la banda en 1998, y con serias dudas sobre su futuro en la música, se decidió a probar suerte con sus propios temas y, acompañado de algunos viejos amigos de Northstar, comenzó a presentarlos en directo en 2001. La recompensa llegó en 2002, cuando una de sus canciones, ‘Brother Down’, se convirtió en una de los principales éxitos del verano de ese año en las radios canadienses. El tema formaba parte del EP The Inhuman Condition (MapleMusic, 2002), grabado el año anterior de manera independiente y que le valió la firma de un contrato discográfico con Universal Music para la publicación de su primer disco: We Were Born in a Flame (Universal Canada, 2003).

En la música de Roberts se maridan el pop y el rock de los sesenta y setenta con el rock alternativo de los noventa y los sonidos mainstream del nuevo milenio. En su música están los Beatles, están los Kinks, los Eagles y Paul Simon —a quien Roberts cita como principal influencia como letrista—, pero también aparecen Beck, Wilco y el britpop. En su debut se aprecian todas esas influencias bajo una sonoridad cercana a la americana, dandole quizás cierta indefinición al conjunto pero consiguiendo momentos realmente inspirados. Para que no quede ninguna duda, Roberts lo deja claro en ‘On the Run’: “sangro rock n roll y moriría por el rock n roll”. Su siguiente disco, Chemical City (Universal Canada, 2006), se abre con un teclado lisérgico en ‘The Gate’, canción que aúna la actitud rock con la atmósfera psicodélica que anuncia el título y que marca la dirección de todo el álbum. Roberts continúa relatando su relación con la música: “¿quién dijo que una canción no te podía salvar?”, se pregunta en ‘Uprising Down Under’, en una posible referencia al éxito de ‘Brother Down’ varios años antes. También podemos encontrar reflexiones sociales y políticas, que Roberts irá salpicando a lo largo de su carrera. Aquí dedica una canción a los desertores de la guerra de Vietnam que buscaron refugio en Canadá. Una propuesta algo más melódica y de marcado acento británico define Love at the End of the World (Universal Canada, 2008), un disco que, no obstante, recupera el espíritu del disco debut.

En Collider (Universal Canada, 2011) comienzan a aparecer ritmos más bailables y sonoridades electrónicas que acercan las canciones a la música disco y al funk. Este camino marca los tres siguientes discos de Roberts: Lo-Fantasy (Paper Bags Records, 2014), Terraform (Paper Bags Records, 2016) y All of Us (Known Accomplice, 2020), con una creciente presencia de sintetizadores y en los que el pop se adueña de la función.

Pero Roberts sabe de dónde viene, y en 2023 presenta The Adventures of Ben Blank, una vuelta a la americana, al country incluso, pero con la elegancia que otorga la experiencia y en el que integra todos los elementos que han aparecido a lo largo de su discografía para crear varias de sus canciones más logradas. Es un disco no exento de melancolía, de “crisis de la mediana edad”, como ha reconocido el propio Roberts recientemente —“tengo mucho tiempo, no me hables del más allá” reivindica en ‘Afterlife’—, pero en el que el canadiense siempre busca la luz mientras homenajea a la música de décadas pasadas con el lenguaje del presente.

Cabe destacar el músculo rockero que tiene toda su producción. Si bien en cada disco aparecen matices diferentes e ingredientes nuevos, todo suena poderoso y orgánico, con la potencia que solo una banda de rock perfectamente engrasada puede ofrecer. Esto se debe en gran parte a un grupo de músicos que ha permanecido prácticamente intacto desde el principio. Acompañan a Roberts el guitarrista Dave Nugent, el bajista James Hall, el teclista Eric Fares y el batería Josh Trager —que sustituyó en 2005 a Corey Zadorozny—. Este grupo de irreductibles canadienses llevan más de veinte años envueltos en una jam session eterna en la que cabe de todo. La receta ya la explica el cantante en ‘The Ballad of Ben Blank’, el tema que abre su último disco: “escucha a tu corazón si tu corazón es honesto”. Roberts es una esponja que absorbe todas aquellas sonoridades que le sirvan para sumergir al oyente en un ejercicio de melomanía en la que celebrar la tradición del rock, del pop, del folk y de muchas otras músicas que se mezclan entre sí. Porque, al final, todo surge de todo lo demás.

 

 

25 de abril Madrid (El Sol)

26 de abril Zaragoza (Rock & Blues Café)

27 de abril Barcelona (Parar·lel 62)

28 de abril Valencia (Loco Club)